[vc_row type=»image»][vc_column][vc_column_text]En una sociedad de pantallas, distanciamientos, auriculares y velocidad, siento que es cada vez más intensa la necesidad de encuentros reales. Compartir un espacio y un tiempo para imaginar, explorar, reinventar el estar en común, es una oportunidad que ha abierto el Teatro del Barrio, generando un proyecto que excede lo teatral de manera insólita en el mapa escénico de la actualidad. Compartir un espacio, un tiempo y una diversidad
de relatos con otras personas hace que la sorpresa, la alegría, lo patético, el miedo, el entusiasmo, se experimenten de manera contagiosa, intensa y rápidamente. Es un acto de afección colectiva, de estar en común.
La retórica vinculada, sobre todo en los últimos años, al hecho cultural como bien de consumo, a su producción como industria cultural y a su espacio como el “tiempo libre” de los ciudadanos y ciudadanas ha convertido la cultura, y por ende el teatro, en un producto: algo que se compra y se vende, que se produce con mayor o menor eficacia y algo, por tanto, tan dispensable como cualquier otra cosa. Siento, pienso, que la cultura es un derecho
humano fundamental. Siento, pienso, que el teatro puede, debe y se propone ser uno de los ejes de la vida de una comunidad.
Un espacio para mirarnos, para escucharnos, para encontrarnos, para reconocernos. Un lugar de debate sobre lo que nos importa.
Un debate que no es simplemente un intercambio racional de argumentos, sino un diálogo simbólico.
Desde la programación artística, las socias que componen la Comisión de programación y yo deseamos generar un relato escénico diverso que se haga cargo de la realidad en la que nos movemos, convocando a artistas —jóvenes y no tanto, consagrados y emergentes, de aquí y de allá— junto a un público que ya nos acompaña y un público que estamos por descubrir. Un relato que sea manifestación de la coralidad de voces del mundo artístico que dan cuenta, desde el lenguaje escénico, de las complejidades del pasado, del presente y del futuro que estamos construyendo. Un relato que sea también diálogo con las actividades no artísticas que pueblan el Teatro del Barrio, en una relación transversal de abordaje y acercamiento a los desafíos que nos ofrece el tiempo
que vivimos. Un relato feminista. Un relato humanista. Un relato conectado con el otro. Un relato abierto, múltiple. Un diálogo.
Una conversación también con nuestros públicos a través de una relación activa, una inteligencia compartida, una relación auténtica.Para ello, llevaremos a cabo un proyecto estable de teatro comunitario, una escuela de espectadoras y un club crítico. Tertulias, conferencias o encuentros en torno a proyectos artísticos
y residencias que apoyamos complementan un programa de vínculo con nuestros otros habitantes que continuaremos dibujando y consolidando en común.
Discurso artístico contemporáneo, contenidos comprometidos con nuestras realidades, caminos por construir junto con las y los habitantes del Teatro del Barrio son los ejes para continuar siendo luciérnaga.
Ana Belén Santiago
Teatro del Barrio [/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]