"Esta obra está dedicada a las nuevas generaciones que se rebelan contra las injusticias y el cinismo del Poder, con la esperanza de que la rebeldía y la vitalidad de los Bufones puedan ser inspiradoras en estos tiempos confusos."
Leo Bassi
Cuando hace unos años vi por primera vez unas breves películas del 1896 de mi propio bisabuelo, el Payaso Giorgio Bassi y de su hermano Giuseppe, igualmente payaso, grabados por los hermanos Lumière, el impacto fue muy fuerte. Eran unos pocos minutos que recogían los mejores momentos del número circense de los Bassi que mi hermana, historiadora del circo, había encontrado mirando los archivos de la Fundación Lumière de Lyon en Francia.
Tardé 3 años en entender que la simplicidad que se ve no era fruto de un mundo mas ingenuo y inocente sino todo el contrario: Era una manera astuta y muy estudiada de burlarse de la pomposidad y la ostentación que dominaba en el lenguaje político de aquel epoca.
Cuando tomé conciencia de este juego teatral, me conmocionó porque me di cuenta que había topado con la esencia del Arte bufonesco:
La fuerza del Bufón era su extravagancia que lo situaba por encima a las convenciones en una sociedad muy formal y estructurada . Hasta su gestualidad desmesurada y su modo ridículo de vestirse no eran poesía o surrealismo, sino una manera impactante de subvertir la austeridad vestimentaria del mundo conservador.
Esta interpretación más radical del buen humor del Payaso del siglo XIX me hice recordar de ciertas frases de mi infancia circense:
El nuestro no es un trabajo es una misión. ¡Somos el sueño de las clases bajas!
… O mi abuelo que gritó un día: ¡La Iglesia y nosotros estamos en el mismo negocio! Vendemos milagros. Pero a la diferencia de sus milagros ¡Los nuestros son de verdad! ...Esto si ¡a coste de sudor!
- Hijo somos internacionalistas: Bajo la carpa uno vale por lo que sabe hacer… No por el color de su piel.
Sé ahora que el circo clásico de mis antepasados no era un lugar nostálgico lleno de falsas bondades o poesía barata como en ciertas versiones del circo actual, sino más bien el último refugio, en clave popular, del espíritu crítico del siglo de las luces:
Un laboratorio de nuevas ideas utópicas vistas desde abajo, de la calle, del mundo obrero, del sindicalismo naciente. Un mundo donde la lucha de clases se media en la habilidad del malabarista y la astucia del bufón.
EL ÚLTIMO BUFÓN es una reivindicación de la tradición revolucionaria y antiautoritaria de los payasos. Algo, quizás, olvidado por una nueva generación de cómicos que conviven con el Poder aceptando de producir la comicidad blanda de los monólogos televisivos.
En un Mundo siempre más en los manos de una elite adinerada, crece la necesidad de un Humor popular, libre y optimista que despierta la consciencia de las masas.
Yo Leo Bassi, yo hombre circense y Ultimo Bufón acepta de nuevo las responsabilidades de mi estirpe:
Proclamo el inicio del levantamiento bufonesca frente a al apatia etica.
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