A priori, es positivo: las mujeres conquistan cada vez más lugares de participación en los cargos directivos, y en diferentes escenarios en todo el mundo. Pero, a pesar de estos datos, permanece en ellas la necesidad de demostrar que merecen el puesto que tienen. Necesitan que las validan. ¿Quién? ¿Por qué? Es el ‘síndrome de la impostora’, y la primera vez que se habló de él fue en 1978. Emma Vallespinós, periodista de la Cadena SER, ha dedicado un ensayo a esta angustia con la que, sí, también ella se boicotea: No lo haré bien (Arpa, 2023).
¿Se está colando el síndrome de la impostora en las entrevistas que estás dando por este libro?
¡Algo sí! Está tan instalado…
¿Cómo surge la idea de este libro?
Fue a raíz de un comentario que me hizo quien luego ha sido mi editor. Me hablaba de cómo se le manifestaban los nervios a una de las autoras de su sello, a la que yo también admiro: con un tic en el ojo. Me di cuenta de que llevaba tiempo viendo a mujeres que sufrían inseguridades muy similares a las que sufría yo. Este editor me dio la oportunidad para salir de este armario que yo creía que era propio, mío. Pensaba que era un rasgo de mi personalidad, de mi carácter. Pero no, es algo estructural, propio del patriarcado. Así, comencé a prestar atención a todas las manifestaciones de este síndrome del que había oído hablar. Cuando por fin empecé a documentarme para el libro, apuntaba NLHB por todas partes, cada vez que lo detectaba.
Estar dudando constantemente de ti misma es un patrón común a muchísimas mujeres. A algo tiene que deberse.
Es un miedo bestial al error, que te hace decir ‘no’ a todo. Es un infierno. Te hace cuestionarte, te preguntas constantemente: “y si pasa esto…”. Y esa hipótesis es siempre negativa, y es con la que te quedas. Incluso aunque en ocasiones similares hayas salido adelante: seguramente pienses que fue cuestión de suerte, que no es mérito tuyo sino que se atribuye al azar. Hemos estado mucho tiempo viviendo este síndrome en silencio, y tiene que ver con la forma como nos han educado en el patriarcado durante décadas. Este sistema excluye a las mujeres del espacio público y cuestiona sus puntos de vista y sus conocimientos, y las convence de que ese es el lugar que merecen. Son como mensajes apocalípticos y paralizantes que nos susurran al oído continuamente.
Hablas de mujeres de obra muy trascendente como Ana María Matute que, sin embargo, también sufría este síndrome.
Sí, le costaba dar discursos en público, no los despreciaba pero los temía. Prefería la soledad de escribir. Lo dijo cuando recogió el Premio Cervantes. Este discurso me lo encontré cuando escribía una información sobre ella. Uno de los problemas para romper con este síndrome es la falta de referentes femeninos que nos inspiren. Es importante, por esto, no perder de vista que es un problema estructural, que es lo que lo diferencia de la inseguridad que pueden sentir los hombres. Cuando yo era niña, todos eran el presidente del gobierno, el capítan del equipo, el presidente de la patronal… En el libro cuento cómo mi hija quería una camiseta de un equipo de baloncesto y no las encontramos. Las aspiraciones se alimentan si existe un ejemplo, si te ves reflejada en otras personas y consigues creer que tú también puedes.
¿Empieza a cambiar algo todo esto con el nuevo feminismo?
Empezamos ya a ser escuchadas, pero nos cuesta sentirnos autorizadas. En la editorial donde publico me han contado que las mujeres no suelen escribir ensayo, porque no nos sentimos legitimadas. Nos ponemos excusas, decimos que no tenemos tiempo. No debería ocurrir en 2023 que en un programa de televisión solo salgan hombres como voces expertas. En TV3 llegaron a explicar que para analizar lo ocurrido con el volcán de la Palma tuvieron que recurrir a muchísimos hombres porque las mujeres no se atrevían a intervenir por miedo a ver sus declaraciones en un titular que luego tendría un escrutinio público.
En este sentido, hablas también de la ciberviolencia, de los haters de las redes sociales.
Hay muchísimas presión sobre las mujeres. A mí me ocurrió hace años con un tuit: puse un comentario en redes sobre feminismo vinculado a mi hija, y todavía hoy aún me atruenan con aquello. Las mujeres en altos cargos son los que más odio reciben en redes.
¿Cómo te has documentado para hacer el libro?
Lo he hecho como realmente me gusta trabajar: he hablado, he investigado. Tenía muchas referencias. El proyecto empezó en 2021 y desde entonces todo lo que veía o leía lo marcaba con las iniciales del título. Le he dado muchas vueltas. Pero ha sido un proceso muy satisfactorio.