En la sesión del 5 de mayo contamos con la presencia de Victor Alonso Rocafort, Doctor en Ciencias Políticas por la UCM y miembro del colectivo Novecento. Con el título «De la paradoja liberal a la marea neoliberal», Victor nos trae al curso una ponencia que pretende iniciar un debate con el público sobre las siguientes cuestiones:
- Hipocresía en el germen teórico liberal.
- El neoliberalismo desatado de fines del siglo veinte.
- La construcción del consentimiento neoliberal en España (discusión).
La paradoja liberal consiste en que las revoluciones y las teorías que dejaron atrás las imposiciones, privilegios y el poder absoluto del Antiguo Régimen estaban preñadas de lacerantes exclusiones, así como de miradas de soslayo —cuando no de justificaciones— ante esclavitudes y exterminios coloniales.
El liberalismo apostó por la representación política en la nueva escala de la política estatal. Pugnó por la protección de derechos y libertades individuales frente al Estado. Sostuvo incluso el derecho de rebelión frente a gobiernos corruptos, sometidos a poderes externos o incapaces de cumplir la palabra dada. Nuevos ingenieros de la política diseñaron instituciones donde el poder estuviera dividido, donde el imperio de la ley fuera respetado por todos.
Sin embargo se dejaron por el camino la democracia. Y con ella a los pobres y no propietarios, a las mujeres, a minorías nacionales y a los pueblos colonizados. Nuevas elites políticas, económicas y científicas —también religiosas— coparon el Estado liberal. El capitalismo y su mercado imprimieron una dinámica comercial donde el progreso se erigió como un nuevo dogma para la nueva clase dominante.
Hay quien dice que el déficit democrático liberal fue solucionándose con la ampliación del sufragio. Pero hay quienes pensamos que aquello que construyeron quienes proclamaron la libertad de unos hombres asumiendo la dominación sobre el resto, está en la raíz de muchos de nuestros problemas actuales.
Con todo, como cualquier hipocresía, el liberalismo cuenta con una serie de afirmaciones generales en sus grandes textos que podemos esgrimir hoy frente a ellos, es decir, frente a tantos gobernantes que a menudo se llaman a sí mismo liberales.
Si nos centramos en los principios del liberalismo político encontraremos incompatible la persecución del disenso, la represión policial desde el Estado, la sanción del ejercicio de libertades como las de reunión o manifestación, el monismo de valores que representa el famoso adagio TINA (no hay alternativa) tan utilizado en la llamada revolución económica neoliberal.
Porque aquí llegamos a un punto especial de la sesión: ¿Qué supone el neoliberalismo respecto al liberalismo?
Hace unos días los jóvenes de la Oficina Precaria lo definieron muy bien a través de una acción política satírica: es otra marea, pero esta es un tsunami que todo lo arrasa sin problemas de conciencia.
Como es bien sabido el campo de pruebas del neoliberalismo fue el Chile de Pinochet, con los Chicago Boys poniendo en marcha una serie de teorías económicas donde la privatización, la apertura externa y la desregulación hacían de grandes pilares al elemento central e incuestionable del libre mercado. El detalle chileno es que no había oposición política: la habían hecho desaparecer. Desarticulado el disenso, todo pudo ir sobre ruedas.
El neoliberalismo no se preocupa por los derechos, no mantiene una postura teórica crítica frente al despotismo político. Se conforma con el binomio elecciones-libertad de mercado, como se plasmaba en el llamado Consenso de Washington y en las cláusulas de condicionalidad de los créditos con que el FMI y el BM transferían riqueza de los países endeudados de África, América y Asia a las élites financieras de los países centrales.
¿Cómo alcanzan estos procesos a nuestro país? Se suele mantener que es en España donde se acuña a inicios del s. XIX el concepto liberal. Sin embargo, a diferencia de otros países de nuestro entorno como Alemania, Francia o Gran Bretaña, nuestra derecha política carece de un partido liberal propio, de una corriente teórica de envergadura en este siglo veinte.
Si coincidimos con Jorge Novella en que la columna vertebral de la derecha española estos dos últimos siglos lo ha constituido el pensamiento reaccionario, tan enemigo de los liberales también, ¿qué papel juega entonces el liberalismo aquí?
Lo que someteré a discusión será si en España, como creo, el neoliberalismo ha podido mezclarse con el pensamiento reaccionario, y con quienes desde el Partido socialista acabaron también rendidos al TINA, debido precisamente a la falta de un cuerpo teórico, político y ético que acompañase a las propuestas económicas del mismo.
A la vez, mantendré que liberalismo y neoliberalismo no están tan alejados como acostumbramos a creer.
¿Cómo se ha producido el consentimiento de la población a las directrices neoliberales estos últimos años? Propiedad, consumo, individualismo y competencia alumbraron el progreso económico español, el llamado milagro. Hasta que encontramos que detrás de aquella palabra, progreso, no había más que una gran mentira.
Es preciso así desentrañar los procesos desde los que adquirimos, al menos desde la propia Transición, lo que con acierto se denomina el sentido común neoliberal. Solo así seremos capaces de ir abandonándolo para construir, esta vez sí, de verdad, una sociedad más libre e igualitaria. Una comunidad política, al fin sí, democrática.
Referencias:
- Domenico Losurdo, Contrahistoria del liberalismo (2005), El Viejo Topo, Mataró, 2007.
- David Harvey, Breve historia del neoliberalismo (2005), Akal, Madrid, 2007.